Era un día del mes de noviembre, cuando por fin, después de tanta espera me dirigía al hospital "Frank País" para recoger la prótesis de Angelito, estuvimos sentados en una butaca dentro de un pequeño cuarto desde las 8:00AM, con la única compañía que pueden hacer tres cuadros en la pared. Los técnicos entraban y salían dando pocas explicaciones sobre el proceso, solo le ponían aquello, que para mi, no se parecía mucho a un pie y comentaban entre ellos "Todavía esta larga" y se volvían a retirar, así estuvimos hasta cerca de las 3:00PM cuando entro uno de los técnicos, me dio la prótesis y me dijo que ya habían terminado. Se la puse según había visto que lo habían hecho ellos anteriormente, pues no me dieron ninguna explicación de cómo se ponía.
Aunque un poco angustiada por tanta demora, en el fondo, estaba contenta, ya que mi hijo tenia una prótesis y era cuestión de tiempo para que comenzara a disfrutar de sus primeros pasos. Pero, bien poco me duraría la alegría que sentía, pues al llegar a la parada para tomar el transporte, sentí algo que se callo, el sonido que emitió al chocar con el piso provoco que todo el que estaba en la parada dirigiera su mirada hacia donde me encontraba, es indescriptible lo que sentí cuando mire al piso vi que el sonido era provocado por la prótesis al caerse. En aquel momento no sabia que hacer para evitar la insistencia de tantas miradas, solo atine a buscar una columna detrás de la cual esquivar las vista indiscretas y desahogar mis lagrimas. Ya no busco una columna detrás de la cual ocultarme cuando sucede, he tenido que aprender a sacar fuerzas para recoger la prótesis y volvérsela a poner, pues al mínimo movimiento con el pie se le desprende y nuevamente, al piso va a parar.