El viernes 23 de mayo de 2008 fue la primera vez que lo atendió un pediatra del área de salud, quien lo remitió nuevamente a la sala de Neonatología pues, según ella, los síntomas del niño no le permitían dar un diagnóstico fijo. Estos síntomas se resumían en lo siguiente:
· Le subía la temperatura.
· Se ponía morado en los pies, las manos y la boca.
· Era demasiado tranquilo y no lloraba.
· El ombligo se le había caído a los diez días de nacido y casi dos semanas después le seguía supurando.
· Presentaba arañitas vasculares.
Cuando llegó a la sala de Neonatología, las especialistas que lo examinaron determinaron que el niño no tenía criterio de ingreso, pero como iba por segunda vez, remitido por una pediatra, lo ingresaron para curarle el ombligo. Ese día le hicieron análisis y uno de ellos dio un resultado alterado. Nos dijeron que las arañitas vasculares y el análisis alterado eran por una infección en el ombligo y le empezaron a poner un tratamiento con Rossefuin.
El sábado 24 de mayo de 2008, cuando le di el pecho a las 6.00 a.m. vomitó, cuando le fui a dar la toma de las 9.00 a.m. la neonatóloga de guardia me dijo que el aumento del volumen abdominal y el resto de los síntomas (tenidos como normales por todos los pediatras que lo vieron antes) se debían a un tumor en el hígado.